REVE, o Regulación Eólica de Vehículos Eléctricos, es un plan español para promocionar de forma conjunta tanto la energía eólica como los coches eléctricos, en una especie de sinergia o simbiosis que parte de un concepto muy interesante: hay veces que se genera energía eólica de sobra y no se puede verter a la red, por lo que se pierde al no haber forma de almacenarla. Así, se propone que el (futuro) parque nacional de vehículos eléctricos actúen como acumuladores distribuidos, cada uno en su casa, recibiendo esta energía sobrante, y actuando luego como donantes en caso de pico de consumo, restando estrés a la red de transporte y aprovechando al máximo las ventajas que una red eléctrica inteligente puede ofrecer al público.
Así se evitaría la barrera existente que limita el volumen de energía eólica que uno puede usar a un 20%, ya que al ser tan volátil (pudiendo subir, bajar, o hasta anularse bruscamente en cualquier momento) es muy difícil de gestionar, ya que no se puede preveer con claridad cuándo va a desaparecer y cuándo va a subir de golpe, dejando a parte de la población sin suministro, o bien quemando transformadores por todas partes si inyecta al sistema más energía de la que se está consumiendo en realidad. Con REVE, en un momento donde se generara más energía eólica de la que la red normal puede absorber, entraría en acción el parque automovilístico, guardando el excendente de electricidad; de manera análoga, cuando la imprevisibilidad del viento hiciera decaer rápidamente la generación, podría usarse esta energía acumulada en los coches aparcados para sostener la red mientras se activan otros elementos de generación o se recupera el nivel de viento.
Como anotación sobre lo imprevisible del viento, hay que decir que las turbinas no sólo corren el riesgo de quedar sin viento y por lo tanto pararse, sino que si están generando a tope de capacidad porque hace mucho viento, y de repente éste aumenta aún más, sobrepasando el límite de seguridad, hay que anular las turbinas para evitar que las destroce. Esto se debe a que las aspas sufren unos grandes esfuerzos cuando giran a gran velocidad, y si superan lo estipulado en su diseño, pueden romperse en pedazos. Para evitar eso, la cabeza del generador puede girarse, poniéndose de lado para que el viento no mueva las aspas; o bien, éstas pueden, en algunos modelos, ladearse ligeramente respecto a su posición normal para que el viento no las pueda arrastrar. En cualquier caso, para las turbinas es tan inútil un día sin viento como un huracán, como por otra parte es lógico y esperable, con las compejidades que eso conlleva para los ingenieros que las gestionan. De ahí la utilidad de este ingenioso proyecto.
martes, 21 de diciembre de 2010
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