A lo largo de las carreras, un narrador iba contando lo que ocurría como si fuera el comentarista deportivo. Pero no sólo estaban las pifias de Pierre, sino que los otros conductores también iban poniéndose la zancadilla unos a otros, aprovechando cualquier ocasión para adelantar y para usar las variadas habilidades de sus vehículos. Por ejemplo, el profesor chiflado tenía un coche convertible, los cavernícolas bien podían liarse a dar garrotazos (macanazos en el doblaje que recuerdo), los mafiosos no dudaban en sacar su arsenal de metralletas, y los del tanque, si tenían que disparar algún obús, lo hacían su reparos.
Esta serie tuvo al menos dos spin-offs que conozca. Uno sobre Pierre y Patán, en el que, junto a dos colegas pilotos más, eran supuestamente aviadores de guerra cuya misión era siempre atrapar al palomo mensajero del enemigo con sus aviones y técnicas absurdas; sobra decir que nunca lo conseguían, claro. En la otra, Penelope Glamour (la barbie del coche rosa) era una rica heredera a la que los mafiosos protegían de un siniestro personaje que pretendia acabar con ella para quedarse con su dinero. La de los pilotos al menos tenía su gracia también, que conste.
Aquí un vídeo con reproducciones a tamaño real de los coches:
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