sábado, 17 de diciembre de 2011

Vive y deja morir

Esta va a ser una de esas entradas que tratan temas candentes y que invitan no sólo al debate, sino al debate acalorado. Seré cáustico en la medida de lo necesario, y no me importa que haya comentarios del mismo tono. Pero los insultos no serán tolerados ni por parte del que suscribe, ni en los comentarios. Es un tema lúgubre, pero recientes acontecimientos lo han traido de vuelta a la actualidad en mi cabeza, particularmente la más que lamentable muerte de Christopher Hitchens tras una lucha contra el cáncer de más de un año. Él no planteó nunca tomar esta vía, pero aún así... hablemos de la eutanasia.

Mi opinión es muy clara al respecto y no la voy a ocultar dentro de algún razonamiento ambiguo:
  • Me parece que son muy razonables las voces que expresan miedo de que permitiéndola se le dieran alas a los familiares sin escrúpulos que podrían encontrar la forma de librarse de ese abuelo o ese pariente en fase terminal o con facultades mentales limitadas por alguna enfermedad neurodegenerativa. Defiendo que si se legaliza como tal, los controles para evitar ese tipo de situaciones deberán ser estrictos hasta niveles que cuesta imaginar.
  • Pienso que no hay ninguna razón por la que se deba impedir a un adulto en pleno uso de sus facultades mentales realizar una solicitud formal al Estado que culmine en su muerte. Un deceso digno, indoloro, que puede poner punto final a un sufrimiento innecesario, ya sea físico o psicológico, por parte del paciente que se acogiese a esta vía.
Es muy sencillo: nadie tiene más potestad que uno mismo para decidir algo así de importante. En todo caso, correspondería a un juez o figura equivalente determinar si se cumplen los requisitos exigidos por una eventual ley que permitiera esta práctica. Pero suponiendo que se tiene ese permiso oficial, que hay voluntad real y verificable por parte del solicitante, no existe excusa para impedirla.

Todos sabemos perfectamente que las objeciones que se presentan a este problema son de índole espiritual, por decirlo suavemente. Éstas a su vez se enmascaran como un intento de defensa de la vida, e intentan materializarse con buenas palabras de ánimo hacia el afectado, en apoyo emocional, en un intento de demostrar que hasta la más fatigosa y desagradable situación personal puede sobrellevarse con alegría.

Pero no es más que una forma de imponer una forma de ver el mundo a alguien a quien se le debe reconocer su derecho a tener su propia interpretación del mismo. Intentar que alguien que ha tomado su decisión o que la tomaría si fuera legal hacerlo, cambie de opinión, es una interferencia imperdonable y un desprecio a su madurez como persona: "yo sé mejor que tú lo que quieres y lo que te conviene", una actitud paternalista que estoy harto de ver. Si alguien no considera tolerable la eutanasia porque va en contra de las normas que impone su credo, que no la lleve a cabo, pero que respete que a otras personas ese credo le traiga sin cuidado.

En España particularmente este tema no está candente ahora mismo, y con el cariz previsible del gobierno entrante no será tampoco un asunto de actualidad por algún tiempo. Pero cualquiera con una cierta edad recuerda a Ramón Sampedro, aunque sólo sea por la adaptación fílmica que se hizo más tarde de su historia. Yo ahora tengo en la cabeza a un escritor cuya obra me resulta imprescindible en cualquier biblioteca decente: Terry Pratchett.

El autor británico sufre la enfermedad de Alzheimer desde hace algún tiempo, y reconoce abiertamente su rechazo a dejar de ser él mismo y la inquietud que esto le provoca. Ha protagonizado el documental "Terry Pratchett: choosing to die" (eligiendo morir), donde habla de la situación actual en el plano legal de la eutanasia en su país, y de cómo quienes desean dar ese paso deben hacerlo en el extranjero, particularmente Suiza, para que sea legal. Él mismo se plantea llevarlo a cabo, aunque por el momento no lo ha culminado.

El documental es demoledor (yo advierto) y muy interesante, y recomiendo a cualquiera mínimamente interesado en la materia que lo vea íntegro, ya que sigue la trayectoria de algunas personas que se plantean pasar por una muerte asistida. Una de ellas la realiza al final del mismo, ante las cámaras, sin morbo asociado, con dignidad, en compañía de su esposa y del autor. Incrusto el vídeo para facilitar las cosas. Dura una hora, pero cada minuto merece la pena.


Es fácil discutir este tema cómodamente desde la butaca, omitiendo los peores datos y experiencias, disminuyendo su importancia real porque son sólo apreciaciones personales del enfermo y su familia; incidiendo sólo en las cosas buenas. He visto lo que una enfermedad grave provoca, y puedo entender que en casos aún más graves, buscar el fin, sin esperar a que llegue por sí mismo, resulte razonable.

¿Y tú, qué piensas al respecto?

5 comentarios:

  1. La gente nunca termina de entender en la sociedad moderna que la muerte es una paso natural de la existencia. Sea el último o uno más, no es algo que discutir ahora. Hubo un tiempo en que algunas sociedades celebraban con una fiesta la muerte de un familiar, para darle una despedida por todo lo alto. Pero el concepto que se fué imponiendo de que a los muertos era necesario llorarlos, venía influido por el ideal de que la vida es motivo de alegría y que su opuesto también debía ser motivo de lo opuesto.

    La gran mayoría de detractores del proceso de la eutanasia suelen poner por delante una frase clásica: "No somos quien para decidir sobre la vida y la muerte." Claro que siempre olvidan completarlo con dos simples palabras que les rebatiría cualquier mínima razón: "de otros". Eso unido a una educación profundamente cristiana (o de religiones con un fuerte ideal de la defensa de la vida) que condenan el suicidio como una manera de que tu "alma" se pierda en infiernos o similares, da pie a un enorme movimiento que no hace más que cercenar en este tema uno de los fundamentales derechos de la humanidad que todos aceptan: el libre albedrío.

    Yo pienso que la opción de tener un final digno, sin sufrimiento o enajenado de quien yo soy, es algo que debe poder ser libre de elegir, sin importarle a nadie más el como quiera yo terminar, incluso aunque la impaciencia pueda con esa idea de tener que esperar por el fin que debe llegar de manera inevitable.

    La cerrada educación nos ata a la idea de la vida, la apertura de esa educación nos hace ver que a veces, elegir la muerte, y digo esto con una limitación brutal del número de casos, para evitar dejar de ser tu mismo o sufrir el dolor que te terminará matando.

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  2. Yo no me considero con la madurez de conocimientos y experiencia suficiente para opinar sobre esto, pero sí tengo claras dos cosas:

    1.- Podemos ponerle todos los eufemismos que queramos, pero la eutanasia es un suicidio, del mismo modo que el aborto es un homicidio. ¿Hablamos de casos en los que es justificable (como puede ser la defensa propia)? Bien, he ahí el debate, pero hay que dejar claro lo que es. Una persona adulta decide morir, porque no quiere continuar viviendo en determinadas circunstancias. Ese es el caso del que lleva inmovilizado 20 años y para quien la vida no tiene sentido, pero es también el caso del hombre de 20 años que se quiere tirar de un décimo piso porque le ha dejado la novia y su vida no tiene sentido. Ah, pero es que uno tiene una enfermedad grave certificada, que le impide seriamente, y el otro no; bien, esto nos lleva a mi segundo punto

    2.- La eutanasia se va a regularizar, tarde o temprano, eso está muy claro. Y cuando pase un tiempo, un deportista que pierde la movilidad en las dos piernas protestará, por que a él no le dejan recurrir a ella. Más tarde, lo terminará haciendo el hombre de 20 años al que le ha dejado la novia, y al que la policía le impide arrojarse desde el décimo piso.

    Cuando se defiende el aborto, como concepto, se recurre al caso extremo de la adolescente violada a la que sus padres matarían si se enterasen y tal y tal. Ahora que es legal, hay gente que se plantea abortar cuando a su hijo le detectann una minusvalía... No se puede generalizar una postura a partir de un caso extremo concreto. El debate tiene que ser más radical (en el sentido semántico de la palabra).

    Así pues, no me pronuncio a favor ni en contra, pero tenemos que ser conscientes de que, en cualquier caso, estamos regularizando la muerte. Es un cambio conceptual importantísimo en la sociedad. A partir de este punto, todo será cuestión de dónde poner los límites, y estoy convencido de que, con el tiempo, la vida irá quedando más y más acotada. No es descabellado preveer una situación como la de Gathaka, en la que se considera absurdo dejar nacer a un hijo si no es genéticamente perfecto. E incluso me viene a la cabeza una broma de Futurama, cada vez menos impensable, de cabinas de suicidio a disposición de todos los ciudadanos... Al fin y al cabo, todos somos libres de decidir sobre nuestra muerte, ¿no?

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  3. No me gusta meter en el mismo saco aborto y eutanasia porque son radicalmente distintos en la base: el consentimiento por parte de quien va a morir. En cualquier caso son dos temas muy humanos en el sentido de que no hay blancos ni negros puros, sino una escala de situaciones más o menos grises que hay que mirar una a una. En ningún momento he abogado por que sea una cosa abierta a todo el mundo por el simple hecho de que una parte de la población pudiera tener motivos de peso para acogerese a ello. Al contrario, he incidido en las extraordinarias regulaciones que la eutanasia debería tener asociada. Pero de manera inversa a tu argumento, no deberíamos tener miedo a legalizarla porque haya situaciones extremas como la del deportista de 20 años con una lesión grave y sin ganas de vivir. Naturalmente, el debate está en las cotas que se le pondrían a la legalidad, como bien dices. Pero para definir esos límites, primero hay que hablar del tema, y no marginarlo porque es socialmente incómodo.

    Tengo un par de preguntas: ¿el suicidio es un crimen? ¿Te pueden meter en la cárcel por intentar suicidarte? (y no conseguirlo) Reconozco que no lo tengo claro, pero me resultaría anti-intuitivo que lo fuera así.

    Claro que estaríamos regularizando la muerte, y claro que sería un suicidio, por propia definición. Una muerte siempre es lamentable, pero lo que se busca con esta ley es dar respuesta a gente que considera que la muerte es menos desagradable que su situación actual de vida. Zonas grises incluidas, por supuesto: ese es el meollo del debate sobre la eutanasia, si no hubiera zonas grises, ya se habría cerrado la discusión hace mucho tiempo :-)

    Todos esperamos no vernos nunca en esta incómoda y triste situación ni ver en ella a un familiar o amigo querido, pero lo cierto es que hay gente que sí se ve en ella ahora mismo, y la única respuesta que le da la sociedad es que no puede hacer nada por miedo a que otros se aprovechen de la situación.

    La solución no pasa por la prohibición absoluta del consumo de alcohol porque no es adecuado para el 100% de la población, sino la definición de que los menores de edad no deben tener acceso a éste en las tiendas. No sé si me explico con la analogía...

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  4. Te explicas perfectamente. Siempre es controvertido sacar normas, hasta para las cosas más sencillas, porque una norma, por muy detallada y cuidada que esté, implica necesariamente un grado de generalización, y por tanto, cuanto menos una "leve" injusticia, sobre todo en los casos que se encuentren en el límite, tanto para un lado, como para otro; como por ejemplo, el caso del deportista, que sentiría que con él se está cometiendo una injusticia.

    El equilibrio está en buscar que esa injusticia sea lo más leve posible para el mayor número de personas, pero también en ir adaptándolo constantemente, según evolucionen los principios sociales. Por eso creo que la vida estará más acotada conforme pase el tiempo. No sé si está bien o mal, simplemente creo que ocurrirá.

    Insisto en que no me atrevo a juzgarlo, porque es un tema tremendamente delicado, pero mencionaba el aborto por la semejanza que suele haber en los argumentos a favor o en contra. Otro ejemplo podría ser el de los asesinos de Marta del Castillo. cada vez que sale el tema, se oyen voces furiosas y candentes pidiendo la cadena perpetua, e incluso la pena de muerte... Pero no se puede hacer una ley que diga "Cuando un caso sea tan claro como ese, y todo el mundo esté tan cabreado, se puede hacer una excepción, y recurrir a la pena de muerte".

    Creo que esas cosas hay que hacerlas en frio, y con infinito cuidado (tal y como tú dices). Sobre todo cuando hay vidas humanas de por medio, aunque sean sus "legítimos propietarios" los que lo impulsen. ¿Cómo decides si una persona tiene el juicio y la madurez necesarias como para que se considere legítimo su suicidio? ¿Les haces un test de estabilidad emocional? ¿Marcas un plazo a partir del cual se supone que ya se le habría pasado la "depresión"? ¿Estableces una plantilla con la gravedad de los casos en función de determinadas circunstancias? Y por mucho cuidado que tengas, nunca lograrás evitar que haya quien recurra a la manipulación, la presión, o cosas peores, para aprovechar el resquicio legal que les has dejado para quitar una vida. Ya no se trata de imponer principios; yo no creo que tuviera la seguridad, o si quieres, la valentía de firmar una ley semejante. Sencillamente, no podría dormir.

    Lo de que si el suicidio es un delito... es un tema curioso, supongo que sólo tiene sentido pensarlo cuando hay complicidad de terceras personas, o cuando el intento es fallido. No me extrañaría que en algún lugar remoto de EEUU, alguna ley absurda castigue el intento de suicidio con la pena de muerte.

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  5. Sí, te entiendo, y estoy de acuerdo en que hay que redactar esa ley en frío, no como fruto de algún acalorado debate puntual reciente.

    No sé qué medidas se pueden tomar para asegurarse de qué casos son aceptables o no, corresponde a los expertos en derecho y medicina, imagino, y no soy ni lo uno ni lo otro. Lo que tengo claro es que aunque sean difíciles de determinar, no debemos por ello renunciar de entrada a intentarlo.

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