sábado, 31 de diciembre de 2011

Cerramos el año (por segunda vez)

Hace cosa de un año, yo mismo escribí la despedida de año para desearos un próspero 2011. Han pasado desde entonces 365 días en los que ha pasado de todo. Bueno, malo o peor. Pero lo bueno es que hemos llegado de nuevo a este día, con esta noche que dará inicio a otro año con las campanadas. 

Este blog, ha alcanzado la escalofriante cifra de casi 55.000 visitas en el tiempo desde que empezamos a publicar entradas en él. Todas esas visitas debemos agradeceroslas a vosotros, aquellos que llegais de refilón y os vais, quienes llegais de casualidad y os quedais, pero sobretodo a quienes os habeis quedado todo este tiempo leyendonos. A todos vosotros, gracias por seguir con nosotros, espero que sigais por más tiempo y que tengais un buen 2012.

Ahora bien, mirando la entrada de hace un año he podido ver que al menos uno de los grandes propósitos que puse se ha cumplido, y es que escribo esta nueva felicitación con la esperanza de que pueda escribir una tercera teniendo el blog muchos más asiduos. Por eso pido que este año nos deis un poco de publicidad. Pensad que cuanta más gente nos conozca y nos comente (los comentarios son importantes, nos hacen saber que estais ahi y que no sois sombras) más nos animaremos a seguir dandoos entradas interesantes, con más variedad de temas.



Creo que queda poco más que decir para este año. 2012 promete ser tanto o más interesante que este año, así que por lo menos tocará hacer que ese interés siga llegando a vosotros, esas curiosidades que tiene la red y que siempre es agradable descubrir.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Vida, muerte y depresiones varias

Hace relativamente poco, Eric escribió una entrada hablando sobre la eutanasia, sus repercusiones, su legalidad o ilegalidad y abría un debate para todo el que quisiera intervenir. Esta entrada va a desvariar un poco y no tiene mucho que ver, lo adviero pronto para que no os lleveis a engaños.

¿Sabes esos días en los que estas en la cima, te sientes feliz realmente y piensas que es el mejor momento? Quizás eso sea lo que llaman la felicidad que tanto ansiamos encontrar en nuestra vida. Ese frágil resquicio en la existencia por donde se filtra la sensación de imbatibilidad. Cuando eres feliz lo sabes.

Pero siempre que se tiene uno de esos días tenemos que terminar despertando a otro nuevo día y ver que la fragilidad de la felicidad es tal, que unas solas palabras desmoronan por completo esa sensación inmejorable, dejandote sumido en un estado de oscurantismo que ya querrían algunos pintores clásicos. Cualquier frase corta que vaya asociada a una mala noticia siempre provoca que el golpe contra nuestra frágil columna de exultancia se venga abajo, como el castillo de naipes bajo la presión del barrido de la mano sobre la mesa.

Yo siempre he sido una persona alegre, en mayor o menor medida rodeado de malas noticias por uno u otro lado a la que me he sobrepuesto con animo. Hoy era uno de esos días exultantes, celebrando varias cosas que no hacian más que animarme más y más. Cuando creía que todo se calmaría, ha mejorado más la cosa tras un poco de navegar por la red y encontrar alguna sorpresa agradable. El día no podría mejorar más, pensé. Cierto, mejorar no podía, pero empeorar solo era cuestión de una frase.

Y aqui me teneis, contandoos mi vida como si a alguien le importase. Seguramente penseis que hace esta entrada aquí. Yo tambien me lo pregunto.Cuando la leais, habrán pasado unos 5 o 6 intentos de borrarla, para al final dejar que se publique. Pero lo cierto es que pienso en estos momentos, en los que mi torre de cristal de la felicidad se ha roto, sobre estas tonterías y de un modo u otro necesito desquitarmelas de la cabeza.

Pasamos por la vida sin saber que hacer, queriendo hacer grandes cosas y fijandonos en las grandes figuras, buenas o malas, para marcarnos unos objetivos. Nacemos, nuestra familia puede tener más o menos miembros, puede que ninguno. Crecemos, solos o acompañados, creando lazos con nuestros semejantes, creciendo no solo físicamente, sino tambien mental y emocionalmente. Buscamos con desesperación reproducirnos, pues es el instinto básico que viene marcado en la base de la cadena genética. Y finalmente, aunque no nos guste aceptarlo, morimos. Morimos para bien y para mal de los demás, pues nuestra presencia no es ilimitada, mucho menos eterna. Y es precisamente en este último punto donde la gente más se acuerda de esa persona.

La vida es una enfermedad que se cura con la muerte, decían algunos. Cuando una persona muere no lloramos solo por la pérdida de la misma, sino por todo aquello que hacía y no se repetirá. Incluso el más despreciable de los seres humanos es llorado cuando muere, incluso a veces surgen por ahí comentarios de lo buena persona que era. Es curioso como cuando alguien cesa de vivir recordamos principalmente lo bueno que hizo, luego procuramos olvidar las cosas malas, esos defectos que tenía, porque "hay que honrar su memoria". Hipocresía pura y dura. Pero tranquilos, que si la persona era famosa y se puede explotar el morbo, la televisión siempre esta dispuesta a sacar los trapos sucios para entretenimiento de las masas.

Hemos vivido y hemos muerto. Reencarnemonos, dejemos que nuestra alma inmortal descanse en el Cielo, en el Valhala, en el Nirvana o en donde narices queramos que repose. O simplemente dejemonos morir porque el alma es solo un concepto teológico. No es por meterme con nadie por su creencia en este campo, es simplemente que me importa un comino (diría otra cosa más vulgar pero puede haber menores leyendo) y una vez muertos nos importa más bien poco lo que reste. Sin embargo los vivos nos conocerán de muy variadas maneras, mayormente según lo que hicieramos en vida. Ya sea por los libros de historia, por crear obras intemporales, por algun gran acontecimiento del que fuimos artifices o solo por el cariño que nos tenían, entre otras tantas. Cuando morimos no queda una parte de nosotros atada a este mundo, como creen esos que afirman que poner nombres de difuntos a los bebes es una manera de perpetuarles en una nueva generación. Lo unico que queda es un nombre y unos recuerdos sueltos de quienes nos conocieron, que se mantendrán hasta que el olvido los haga desaprecer.

No quería hacer algo largo y ahora miro la entrada y pienso que seguramente me odiareis. El texto es confuso, largo e incoherente. Yo me he desahogado, podeis leerme o no, podeis opinar libremente si lo creeis necesario, podeis insultarme si quereis (no os paseis con esto ultimo o tendré que moderar comentarios) o simplemente ignorarme. Tenemos una vida por delante, ya hicimos un trecho por detrás. Solo queda levantarse, caminar y pensar a donde queremos llegar.

lunes, 19 de diciembre de 2011

No sólo de grandes avances vive el ser humano

¿Hacia dónde nos movemos? ¿Cómo nos van a afectar las nuevas tecnologías al nivel más cercano posible? Ojalá lo supiéramos, porque a pesar de que algunas aplicaciones son evidentes, tenemos un talento innato para buscar soluciones imaginativas a problemas que no sabíamos que teníamos, y también para dar nuevas aplicaciones a elementos que pensábamos agotados o que estaban diseñados para otras funciones. Pero algunas que sí que podemos esperar verlas más o menos pronto.

Vamos a ver mucha más automatización en todos los entornos imaginables, no necesariamente sólo en el plano de la domótica clásica. El entorno doméstico avanza hacia una mayor inteligencia y una mejor interconexión, donde no tendremos que preocuparnos de algunos asuntos como pueden ser la lectura de los contadores de suministro de servicios, la climatización y la gestión de residuos. Por ejemplo, se están empezando a implantar ya los contadores telemandados, para que en un plazo de 5 años todo el parque nacional transmita los datos de consumo. Esto va a permitir no sólo librarse de entregar la lectura a la compañía, sino que también posibilitará a la empresa tener los datos más reales de consumo para cada uno de los puntos de red implicados. Esto derivará en un mejor conocimiento general de la red eléctrica, que podrá optimizarse, con todo el ahorro que eso puede traer consigo. De manera similar, hay desarrollos para controlar los consumos y las pérdidas de agua en la red de distribución, un sistema aún más difícil de controlar que el eléctrico, ya que es difícil acceder a las tuberías y controlar cada centímetro de ellas para ver si están perdiendo flujo en algún punto.

Las ciudades, o al menos algunas de ellas, están dando pasos importantes hacia una mayor inteligencia (las llamadas smart cities), poblándose de sensores que recogen datos de manera continuada. Esto permite obtener mediciones interesantes tanto para el ciudadano como para la administración local y las empresas. En España por ejemplo, Santander, Zaragoza y Barcelona están abanderando este proceso. En Estados Unidos leía hace poco que se va a levantar una ciudad fantasma con el único propósito de usarla como laboratorio a escala real para éstos y muchos otros sistemas tecnológicos. Actualmente, estos desarrollos están abiertos a la entrada de compañías investigadoras, pero más adelante se supone que permitirán la inclusión de todo el tejido empresarial a la red.

De lo que hay algunos desarrollos interesantes también es para movilidad en las ciudades. Algunos diseñadores y científicos abogan por coches de uso comunitario incluso, pequeños, de gran movilidad y eléctricos, que se podrían utilizar y devolver a la circulación, o bien tenerlos en propiedad como normalmente hasta ahora. No hace falta tener muchas luces para saber que en una ciudad, cuanto más grande más evidente, el transporte público debería sustituir en gran medida a los coches privados para facilitar los desplazamientos, por no hablar de reducir la contaminación asociada. Con estos nuevos planteamientos quizá podamos ayudar a resolver los problemas que ahogan la vida en las grandes urbes.

Finalmente, y aunque no tenga aplicación directa para la vida diaria de la gente de a pie, hay algo que vamos a empezar a ver bastante en las próximas décadas, empezando desde ya, y es un rápido aumento en el tráfico privado hacia el espacio, con cada vez más empresas que se lanzan a la conquista de la órbita, sustituyendo el modelo de inversión exclusivamente estatal en todo lo referente a investigación y exploración espacial. Será, naturalmente, otro enfoque, más centrado en el beneficio a corto o medio plazo que en el conocimiento mismo, pero no por ello debemos descartarlo, más bien lo contrario, enfatizarlo: cuando hay dinero de por medio, ahí es cuando la gente se toma las cosas en serio.

domingo, 18 de diciembre de 2011

TED - Michael Mann sobre el Cambio Climático

Siguiendo con la entrada de hace unas semanas, hoy vengo con una charla TED donde uno de los científicos que estudian el clima da un paso adelante y relata en primera persona la situación. Sencilla, sin aspavientos, sin grandes revelaciones, muy recomendable para empezar a pensar sobre el tema.


sábado, 17 de diciembre de 2011

Vive y deja morir

Esta va a ser una de esas entradas que tratan temas candentes y que invitan no sólo al debate, sino al debate acalorado. Seré cáustico en la medida de lo necesario, y no me importa que haya comentarios del mismo tono. Pero los insultos no serán tolerados ni por parte del que suscribe, ni en los comentarios. Es un tema lúgubre, pero recientes acontecimientos lo han traido de vuelta a la actualidad en mi cabeza, particularmente la más que lamentable muerte de Christopher Hitchens tras una lucha contra el cáncer de más de un año. Él no planteó nunca tomar esta vía, pero aún así... hablemos de la eutanasia.

Mi opinión es muy clara al respecto y no la voy a ocultar dentro de algún razonamiento ambiguo:
  • Me parece que son muy razonables las voces que expresan miedo de que permitiéndola se le dieran alas a los familiares sin escrúpulos que podrían encontrar la forma de librarse de ese abuelo o ese pariente en fase terminal o con facultades mentales limitadas por alguna enfermedad neurodegenerativa. Defiendo que si se legaliza como tal, los controles para evitar ese tipo de situaciones deberán ser estrictos hasta niveles que cuesta imaginar.
  • Pienso que no hay ninguna razón por la que se deba impedir a un adulto en pleno uso de sus facultades mentales realizar una solicitud formal al Estado que culmine en su muerte. Un deceso digno, indoloro, que puede poner punto final a un sufrimiento innecesario, ya sea físico o psicológico, por parte del paciente que se acogiese a esta vía.
Es muy sencillo: nadie tiene más potestad que uno mismo para decidir algo así de importante. En todo caso, correspondería a un juez o figura equivalente determinar si se cumplen los requisitos exigidos por una eventual ley que permitiera esta práctica. Pero suponiendo que se tiene ese permiso oficial, que hay voluntad real y verificable por parte del solicitante, no existe excusa para impedirla.

Todos sabemos perfectamente que las objeciones que se presentan a este problema son de índole espiritual, por decirlo suavemente. Éstas a su vez se enmascaran como un intento de defensa de la vida, e intentan materializarse con buenas palabras de ánimo hacia el afectado, en apoyo emocional, en un intento de demostrar que hasta la más fatigosa y desagradable situación personal puede sobrellevarse con alegría.

Pero no es más que una forma de imponer una forma de ver el mundo a alguien a quien se le debe reconocer su derecho a tener su propia interpretación del mismo. Intentar que alguien que ha tomado su decisión o que la tomaría si fuera legal hacerlo, cambie de opinión, es una interferencia imperdonable y un desprecio a su madurez como persona: "yo sé mejor que tú lo que quieres y lo que te conviene", una actitud paternalista que estoy harto de ver. Si alguien no considera tolerable la eutanasia porque va en contra de las normas que impone su credo, que no la lleve a cabo, pero que respete que a otras personas ese credo le traiga sin cuidado.

En España particularmente este tema no está candente ahora mismo, y con el cariz previsible del gobierno entrante no será tampoco un asunto de actualidad por algún tiempo. Pero cualquiera con una cierta edad recuerda a Ramón Sampedro, aunque sólo sea por la adaptación fílmica que se hizo más tarde de su historia. Yo ahora tengo en la cabeza a un escritor cuya obra me resulta imprescindible en cualquier biblioteca decente: Terry Pratchett.

El autor británico sufre la enfermedad de Alzheimer desde hace algún tiempo, y reconoce abiertamente su rechazo a dejar de ser él mismo y la inquietud que esto le provoca. Ha protagonizado el documental "Terry Pratchett: choosing to die" (eligiendo morir), donde habla de la situación actual en el plano legal de la eutanasia en su país, y de cómo quienes desean dar ese paso deben hacerlo en el extranjero, particularmente Suiza, para que sea legal. Él mismo se plantea llevarlo a cabo, aunque por el momento no lo ha culminado.

El documental es demoledor (yo advierto) y muy interesante, y recomiendo a cualquiera mínimamente interesado en la materia que lo vea íntegro, ya que sigue la trayectoria de algunas personas que se plantean pasar por una muerte asistida. Una de ellas la realiza al final del mismo, ante las cámaras, sin morbo asociado, con dignidad, en compañía de su esposa y del autor. Incrusto el vídeo para facilitar las cosas. Dura una hora, pero cada minuto merece la pena.


Es fácil discutir este tema cómodamente desde la butaca, omitiendo los peores datos y experiencias, disminuyendo su importancia real porque son sólo apreciaciones personales del enfermo y su familia; incidiendo sólo en las cosas buenas. He visto lo que una enfermedad grave provoca, y puedo entender que en casos aún más graves, buscar el fin, sin esperar a que llegue por sí mismo, resulte razonable.

¿Y tú, qué piensas al respecto?

domingo, 11 de diciembre de 2011

La jugada del centro comercial

Estaba este fin de semana pasado en uno de los centros comerciales que hay por mi zona, tomando algo con calma, dejando la mente ir libre, oyendo la música de fondo... cuando me dí cuenta de la escena en la que estaba inmerso.

A mi alrededor, la decoración navideña, que lleva puesta desde final de noviembre, consistía en elementos simplemente decorativos, de colores rojo y verde mayormente, algunos abetos con guirnaldas, muérdago, bolas gigantes colgando del techo, adornos que dan la impresión de que ha estado nevando, carámbanos y colgajos luminosos, algún muñeco de nieve, ese tipo de cosas... Ese tipo de cosas que no tienen sentido en una navidad "tradicional" en este país. Pero la cosa no acababa ahí. Lo que me había hecho pensar en esto es que las canciones que estaban sonando todo el rato eran villancicos. De los más tradicionales: el tamborilero, el chiquirritín,... Pero todos sin letra, sólo la melodía.

La jugada del centro comercial se me hizo ridículamente evidente: en su intención manifiesta de que los visitantes compren, pretendía crear un ambiente lo más consumista posible, o en otras palabras, lo más inclusivista posible, haciendo que niños y mayores, celebrasen como celebrasen las fiestas, sintieran que el centro comercial estaba acorde con su idea particular de la navidad, en la medida de lo posible. Especialmente los mayores, que después de todo son los que llevan la cartera en el bolsillo: para ellos se reservan los villancicos clásicos que a los niños cada vez les dicen menos, porque les recuerdan las navidades que ellos pasaban de pequeños, cuando se cantaban con más coherencia, cuando se celebraba el nacimiento. Para los más jóvenes son las decoraciones traídas de las películas americanas, que es lo que ellos asocian con la navidad.

Reconozco que sentí un cierto regocijo malicioso al pensar que la navidad, la "Auténtica Navidad Cristiana", había sido despojada de todo lo que en España se le ha asociado desde siempre: el portal de Belén, los reyes magos con sus camellos, la estrella, el nacimiento de Jesús; es decir, los elementos inherentemente religiosos de la fiesta. Todo para convertirla en la celebración del consumismo por excelencia, con una nueva simbología que a pesar de venir de un país profundamente cristiano como es Estados Unidos, tiene más bien poco o nada de religioso en ella: retiene esas raíces paganas, anglosajonas en su caso, de la fiesta. Como bien sabemos, al fin y al cabo, la fe se apropió de muchas cosas para facilitar su asimilación y expansión, y entre ellas, está la festividad del solsticio y análogas en otras culturas de antes.

Pinchar en la imagen para ver en grande

El caso es que, a pesar de toda la parafernalia, a pesar de poder verle el lado bueno y poder apreciar la fiesta, hay muchas cosas que no me acaban de convencer o que me llaman la atención. He citado ya el consumismo; los que sigan viendo la caja tonta estarán ya empezando a hartarse de las noticias de que estas navidades la familia promedio gastará tanto en regalos o en celebración, que si se va a llevar más el conejo o el pavo en las cenas, los trajes de gala más buscados, las colas kilométricas en la puerta de Doña Manolita o las ventas astronómicas de la Bruja de Sort...

No es que el consumismo sea per se algo negativo (es el motor de la economía, después de todo), me refiero más bien a lo que implica, lo que ocurre por detrás, en la cabeza de la gente: la navidad fomenta la aparición del, no por nada, llamado espíritu navideño: esa sensación confortable y difusa que amenaza con llevarse por delante la cordura de todos y arrastrarlos a una espiral creciente de compras y ñoñería desmedida. La gente se deja llevar aún más que en otras épocas del año por chorradas varias (como números de lotería fectiches y brujas-lolas diversas que pretenden atraer a la buena suerte para ganar "el Gordo"), y empieza a decir cosas como que hay que dejar salir el niño que se lleva dentro (oh, por favor...)

Luego viene mi favorito, la hora de hacerse propósitos de año nuevo: este año aprendo inglés, pierdo peso, voy al gimnasio, me caso o encuentro novi@, viajo al extranjero, logro ahorrar algo, o, por supuestísimo, dejo de fumar. Ahora sí, ahora es de verdad, el año pasado no lo decía en serio. O es que ocurrió tal o cual, no fue culpa mía, yo quería, pero es que... La gente ya tiene incluso el buen criterio de no hacerlos públicos, lo cual, aunque dificulta que luego aunque sólo sea por honor los cumplan, permite conservar un poquito de dignidad cuando llegue la siguiente nochevieja y sean los únicos que sientan la vergüenza. A ver, que ya sabemos que cuesta conseguir esas cosas, que dependen de mil factores ajenos a nuestra voluntad: sed realistas, apuntad a algo que podáis conseguir, y no tan alto que cuando la pendiente que hay que subir se haga evidente al día siguiente, cuando la euforia de nochevieja se haya esfumado, renunciar al propósito empiece a volverse apetecible.

Tan apetecible por cierto como ese otro gran clásico de las fiestas: las sobras que darían de comer a un regimiento al día siguiente. Por que no sé vosotros, pero en mi familia tenemos la costumbre/manía/defecto de que no sabemos preparar comida para el número exacto de gente, y ante la duda, y como suelen repartirse los platos para que nadie se dé el atracón de cocina, al final resulta que todos deciden llevar o bien más cantidad de la que inicialmente se dijo, o bien directamente aparecen con alguna ocurrencia extra de última hora. Y ya puestos, encargamos algún pollo asado por si acaso. Así que luego pasa lo que pasa: que la mesa no es capaz de contener todo lo que se ha preparado, la gente está a reventar antes de terminarse los entrantes, y al día siguiente todos se han llevado suficiente para no tener que cocinar en año nuevo. Que la verdad es que se agradece, ahora que caigo.

Porque así puedo cumplir con la tradición de mi casa sin tener que preocuparme más que de encender el microondas: ver el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena (este año le vuelve a tocar dirigir a Mariss Jansons, por cierto). Llamadme lo que queráis, pero no me llaméis el día 1 hasta que acabe el concierto porque no cojo el teléfono mientras tanto. Yo aviso.

Pero aún así es más que eso, ¿no? Incluso para un no creyente. La navidad es el tiempo del año en que logras pasar unos días con la familia (en mi caso al menos, que llevo viviendo estable fuera del pueblo ya 7 años), se juntan todos los que pueden y quieren para cenar o comer, te ríes viendo cómo tus parientes no dan a basto a comerse las uvas al ritmo de las campanadas, haces algún regalo a quienes te importan (y ocasionalmente recibes alguno también),... No celebro nada en particular, de verdad: ni que simbólicamente la luz regresa al mundo porque los días se hacen más largos, ni que nace el salvador de ninguna religión, ni que acaba un año y empieza el siguiente. Simplemente es una ocasión para descansar y disfrutar. Y así está bien, no hace falta nada más para pasar una navidad como Dios manda.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Last Exile

Hace tiempo, navegaba por internet y di con una canción muy curiosa que me llamó poderosamente la atención. La canción en cuestión se llama Cloud Age Symphony por si alguien quiere buscarla antes de seguir leyendo esta entrada para escucharla mientras sigo "hablando".

La cuestión es que dicha canción me abrió las puertas a uno de los que posiblemente, al menos para mi, sean los mejores animes que hay. El título de la obra en cuestión es Last Exile y la historia comienza presentándonos un mundo en el que el transporte principal son las aeronaves, desde los grandes aerobuques de guerra hasta los pequeños vanships de mensajería.

Y es precisamente con estas últimas con las que se mueven los protagonistas principales del anime: Klaus Valca y Lavie Head, dos adolescentes que trabajan como vanship mensajero. Y es en uno de esos trabajos como vamos viendo cosas del mundo que rodea a los personajes.

Desde la ciudad de Norkia deben volar para llevar un mensaje al duque Mad-Thane, que comanda una flota de buques de guerra de la nación de Anatoray y que va a librar una batalla contra los buques de Disith, la nación con la que llevan en guerra desde prácticamente siempre. Pero no son las únicas naciones existentes en el mundo de Prester. La nación de Guild es la que posee la tecnología necesaria para permitir el vuelo de los grandes buques, las unidades Claudia, y los suministran de manera "desinteresada" a ambas naciones, que los ven como si fueran seres superiores.

Una de las grandes particularidades de Prester es la localización de cada nación, ya que Disith y Anatoray se encuentran separados por una zona de vientos tormentosos llamada Océano Turbulento que es donde se encuentra la fortaleza de Guild. Además, como se va descubriendo a medida que avanza la serie, es el lugar por donde vaga la legendaria nave Exile.

Klaus y Lavie entregan su mensaje al duque y terminan volviendo a casa, donde piensan disputar la carrera de vanships que tiene lugar cada año. Sin embargo, se ven obligados a retirarse cuando se les cruza en el camino un vanship dañado al que no dudan en socorrer, solo para terminar aceptando la misión del mensajero: llevar a la "carga", una pequeña niña llamada Alvis, hasta el lugar indicado. En ese momento en que Klaus acepta la misión, sus vidas no volverán a ser las mismas, pues comenzarán a verse involucrados en la guerra que existe de manera oculta entre Guild y el resto del mundo y acabarán llegando a bordo del buque Silvana, un navío de guerra mercenario apodado el exterminador que posee una leyenda negra y la fama de estar invicto.

A medida que transcurren los capítulos de este anime, un total de 26, iremos descubriendo la verdad sobre las naciones de Prester y sobre el secreto que encierra Exile, revelándose todo de manera espectacular en un gran final que deja con sabor de boca inmejorable.

Pero los acontecimientos de Last Exile no terminan aquí. No hace mucho, hacia mitad de octubre de este mismo año, empezaron a publicarse dos mangas inspirados en el universo de este anime de 2003. El primero de ellos es Last Exile: Travelers from the Hourglass, que continúa con los acontecimientos del final del último capitulo, preparando el camino para explicar lo que ocurre en el segundo manga, cuya adaptación al anime se esta llevando de manera casi simultánea.

Last Exile: Ginyoku no Fam es la que se considera continuación del Last Exile original y que transcurre dos años después de que terminara este último. Aunque aún no esta completa, he podido ver algunos capítulos y puedo decir sobre ella que mantiene el mismo espíritu argumental que la serie original, cambiando varias cosas como son los personajes principales, las naciones involucradas e incluso las tierras donde se desarrolla todo. Pero no todo son cambios, existen esos nexos de unión que nos harán comprender el desarrollo de la historia como continuación de la anterior.

Mi opinión sobre esta serie de estilo steampunk, es que merece la pena verla una vez cada cierto tiempo, pues es posiblemente una de esas joyas que de vez en cuando la gente tiene la suerte de poder presenciar. En cuanto al manga y la segunda temporada, pintan por buen camino y espero que tengan un final digno de continuar con el nombre de Last Exile.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Meet Buck

Buck es un tío normal. Bueno, si dejas de lado lo de la cabeza de ciervo. Hoy, Buck va a pasar la tarde con su novia, que rebosa de alegría por verle (aunque en realidad está en ese estado de extrema felicidad casi siempre) Pero cuando Buck descubre que el padre de ella no es el tipo tolerante y simpático que pensaba que sería, la tarde de domingo se vuelve desagradable. Mucho. En cantidades industriales.

Meet Buck from TeamCerf on Vimeo.



¡Disfrutad del vídeo!

jueves, 8 de diciembre de 2011

Alta relojería

Harry Winston es un diseñador de relojes (y también joyas) de altísima gama, con mecánicas de lo más artístico. De rebote, hace algún tiempo que Serra se topó con una imagen de Opus XI, una de sus más recientes creaciones, que podéis ver más abajo. Todo un pequeño prodigio, más un adorno que una herramienta para consultar la hora, y sin duda algo muy cotizado (tanto más por ser una serie limitada)


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Desafíos del Cambio Climático

Estamos hartos de oír todo lo referente al Cambio Climático (sí, con mayúsculas, que el tema no es para tomárselo a broma) Cada dos por tres hay alguna cumbre donde los países que deben ponerse de acuerdo no llegan a firmar nada vinculante. Frecuentemente aparecen nuevos estudios que avalan no sólo la realidad del cambio, (que pese a controversias interesadas y financiadas por lobbys, es la conclusión de cada estudio realizado en los últimos años) sino que parece indicar que tenemos gran parte de responsabilidad (en concreto, un 75%) De vez en cuando sale la noticia de un pedazo de hielo ártico de tamaño nada despreciable que se desprende y flota a la deriva. O de cómo retroceden los glaciares, o se funde el permafrost y libera restos de mamut en perfecto estado (y que abren posibilidades remotas de clonación de animales extintos), o se ve amenazada la supervivencia de algún diminuto país insular.

Precisamente una noticia sobre Kiribati (de hace tres meses) fue la que llevó a escribir estas líneas. El país en cuestión, como muchos otros vecinos, se ve enfrentado a la difícil situación de realojar a su población conforme vaya subiendo el nivel del mar, problema que ya están sufriendo e intentando resolver.

El caso es que, pensando en todo esto, me viene a la cabeza algo inquietante: la Tierra es un sistema tremendamente complejo, donde la situación climática, entre otras, depende de miles de factores, muchos de los cuales no tenemos en cuenta en nuestros modelos o incluso no sabemos que hay que tener en cuenta siquiera. Aún más, es un sistema con una inercia enorme. Cuando llegan las famosas cumbres internacionales sobre el tema, ya sea en Cancún, Copenhage o Durban, la imagen que se transmite por los medios es que si sólo todos se pusieran de acuerdo y actuaran al unísono, podríamos evitarlo. Y ser felices y comer perdices por siempre. Y un carajo.

El daño que venimos haciendo al clima del planeta no es algo que podamos corregir, no ya de un día para otro, (estoy de acuerdo en que nadie insinúa eso) sino tampoco en unas cuantas décadas. Llevamos, digamos, desde la primera revolución industrial generando CO2 y gases contaminantes en grandes cantidades y explotando cualquier recurso a nuestro alcance de forma descontrolada, al menos hasta hace poco. Cambiar las prácticas que forman parte de nuestra sociedad y nuestra economía en la actualidad llevará mucho tiempo: no puedes decirle a un país que cierre todas sus centrales de carbón o que sólo instale molinos eólicos y placas solares, que retire de la circulación todos sus vehículos con motor de combustión interna o que sólo permita la venta de coches eléctricos, que devuelva a la naturaleza las tierras que tomó para cultivar, que deje de pescar durante décadas para que se regeneren las especies... Hay cambios en el buen sentido ya, muy pequeños, aunque significativos, y no sólo en los países más desarrollados. Pero no son suficiente, y lo sabemos, queda mucho por hacer. ¿Para mitad de siglo el mar puede subir 20 centímetros y la temperatura subir un grado? Entonces lo hará, no se quedará ahí, y nos costará horrores dar marcha atrás a eso, si es que está en nuestras manos hacerlo. Debemos afrontar el hecho de que los escenarios predichos no son una hipótesis de lo que pasaría si no dejamos hoy de contaminar, porque no vamos a dejar de contaminar hoy, ni mañana, ni pasado. Quizá el día de después, pero no antes.

Esto no es un alegato en favor de dejar de luchar ni una muestra de pensamiento negativo, ni pesimismo en estado puro. Pretende ser una llamada de atención, una llamada a la reflexión, para que nos conciencemos un poco de lo que nos espera. El mundo no se va a acabar, el suelo no se va a abrir tragándonos a todos, ni el aire se va a volver irrespirable. Será muy gradual y no tan evidente, pero poco a poco lo veremos ocurrir: zonas costeras que quedan anegadas, desplazando a miles y millones de personas; áreas que se desertizan paulatinamente; crecidas apreciables de ríos año sí y año también donde sólo los más viejos recuerdan algunas, y no muy frecuentes; pequeños cambios en las corrientes oceánicas con consecuencias diversas; por supuesto, la desaparición de los estados insulares antes mencionados... A todo esto, únele el incremento de la población, que ya vamos 7GH y subiendo con rapidez.

Éste va a ser un siglo lleno de desafíos, y a muchos de ellos se tendrá que enfrentar, como siempre, la ciencia y su hermana aplicada a la realidad: la ingeniería. Se nos da magníficamente bien adaptarnos a los cambios, está en la esencia de nuestra especie: hagámoslo en la medida en que sea necesario, pero sin dejar de buscar una solución efectiva.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Acortando distancias

Los almerienses que van a Madrid (o al revés) están de enhorabuena, por fin la dichosa carretera de Darro va a sufrir mejoras. Aunque técnicamente el trayecto se hace por la A92, la A44 y la A4, lo cierto es que se puede acortar tanto en distancia como en tiempo si se va de la A92 a la A44 sin esperar a llegar a Granada, donde se cruzan, si se toma cierta carretera comarcal, que pasa por el pueblo de Darro. Se trata de un camino que no está pensando para el enorme tráfico que conduce desde hace años, ya que es la ruta por defecto para hacer un viaje de Almería a Madrid. Y ahora, por fin, me entero por el blog Sobre raíles, que la van a transformar en un tramo de autovía toda ella. Os dejo con el vídeo explicativo.