jueves, 28 de octubre de 2010

Cómo quedarse con un ecologista

Salía hoy de la Fnac tras recoger un libro que había encargado, cuando a lo lejos, en la plaza de Callao me veo a dos chicas con chaleco verde. Ecologistas, -pienso - voy a disfrutar con esto.

No las he evadido como otras veces, y al llegar, una de ellas se me ha acercado diciendo algo que con los cascos no he entendido. Con una sonrisa cortés me paro, me los quito y le digo:

- ¿Perdón?

- Que si tienes un momento para el medio ambiente.

Tras un preludio amistoso, empezamos el primer acto, confusión, preguntarles algo inesperado:

- ¿De qué organización sois?

Saltaba a la vista el oso de Adena, pero la pregunta ha cumplido su función:

- Pueeees... de Adena (sonríe ella también)
- Oh, de acuerdo.


Y ahora que se ha vuelto a confiar entra el segundo acto y le suelto sin más:

- ¿A favor o en contra de la energía nuclear?

Esto es ponerla en la situación de responder una pregunta que requiere tener una opinión formada, y sirve para invertir los papeles y colocarse uno mismo en la situación "de poder" en la conversación, ser el que la guía. Tras un momento de duda me dice sin dejar de sonreír:

- En contra.

La respuesta que esperaba; hubiera sido interesante ver a dónde nos hubiera llevado una respuesta ambigua, ya que una positiva era impensable para un ecologista de manual.

Bien, ahora un acto cruel en esta pantomima, tenía que llegar en algún momento. Pero no es crueldad innecesaria, cumple un propósito, que es hacer ver que no sólo no compartes su postura, sino que ésta no es tan ideal y elevada como le han enseñado, porque afecta negativamente a otros. Así que continúo:

- Tsk, soy técnico nuclear (no es cierto, vale, pero podría haberlo sido si hubiera hecho un master que me llegué a plantear seriamente) y con una mirada de decepción remato - me quitáis el trabajo.

Aquí ya depende de cada uno, pero esta chica por suerte no era una descerebrada fanática capaz de ver a la gente como víctimas colaterales, y su conciencia ha intentado arreglarlo:

- Bueno, no sé... - un silencio incómodo a continuación.

Daba la impresión de que quería excusar a Adena, matizar la postura de ésta, ya que realmente todo el rato me he referido a la organización, hacerle blanco directo a ella sería una bajeza, y no tendría posibilidad de dar fruto, porque sería un ataque personal, que es algo que radicaliza a la gente. Pero no ha podido o no ha sabido, o quizá no ha querido mentir, eso lo dejo abierto para que cada uno juzgue.

Le he sonreído nuevamente y con un guiño le he dicho hasta luego, y me he ido. Ya me había alejado unos pasos cuando la he oído decir hasta luego. No sonaba muy convencida.

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