jueves, 16 de diciembre de 2010

Nice try...

Esta ha sido la semana de los fanáticos religiosos,... ¡y aún estamos solamente a jueves! En todos los años que llevo en Madrid, es la primera vez que me cruzo con alguien que intenta convertirme de manera tan descarada a su "religión/secta/culto/versión del credo que es la correcta frente a las demás que no lo son". Y no sólo una, sino dos veces en días distintos, y de formas diferentes. Genial, seguid intentándolo.

Primero, el lunes, con un frío de mil pares de narices en el exterior (8 de la mañana, 3 o 4 bajo cero), me encuentro en la puerta del metro (en la parte de fuera) a una ancianita que está repartiendo papelitos con una sonrisa y deseando un buen día a todo el mundo. Cojo uno, a ver de qué se trata, y empiezo a mirarlo ya dentro del metro (mientras me bajo la cremallera del abrigo, que el cambio de temperatura se nota nada más entrar al vestíbulo, y me reajusto la mochila), y veo con gesto entre divertido e incrédulo que pone bien grande "¿Quién es, realmente, el gobernante del mundo?" Bueno, esto me lo conozco (pienso), uno de dos, o bien es un panfleto de algún conspiranoico (y la buena señora no lo parecía, que cuando me han dado uno de esos, el tío en cuestión parecía tan cuerdo y coherente como el propio papelito que te da), o bien es un panfleto religioso... que es exactamente lo que resulta ser, ya que sin tener que abrirlo, le doy la vuelta y veo que, efectivamente, está editado por los testigos de jehová. Reconozco que estuve tentado de darme la vuelta y devolvérselo a la abuelita sin mediar palabra, pero al final no lo hice porque estaba ya bien dentro de la estación y volver al frío exterior no me parecía buena idea. Y al final resultó acertado, porque no me había reído nunca tanto un lunes por la mañana: no tiene desperdicio. Os reproduzco íntegro abajo (vuelta y vuelta) el papelito que la abuela me dió en un vano intento de evangelizarme, pasando para ello un frío que, estoy seguro, no es nada conveniente para su salud. Lo que hace la gente...


Básicamente el mundo lo gobiernan... ¡el demonio y sus secuaces! Todo ello referenciado con citas bíblicas, como no podía ser de otra forma. Pero por suerte, "si estamos en el grupo de los que hacen la voluntad divina" (que incluye creer en una versión muy particular del cristianismo y rechazar no sólo otras religiones, sino las variantes ligeramente distintas de la propia, por nimias que sean las diferencias), "disfrutaremos de la vida eterna", y todas esas cosas. Si no es porque parece que abrazar esta fe implica pasar mucho frío a la puerta del metro a horas indecentes en pro de la salvación, igual hasta me lo planteaba...

Y luego hoy la situación ha sido aún más cómica. Voy sentado en el metro (en una de las raras ocasiones en que hay huecos libres en el vagón, que iba medio vacío; ocurre cuando pasan dos trenes muy seguidos, que el segundo no se llena) y veo que enfrente llevo a una señora con pinta de cubana, así como vez y media muy largas la masa promedio de una persona sana de su edad y estatura, leyendo un libro bien grueso que lleva dentro de una funda de cuero con cremallera. Parece una biblia, pienso, y regreso a la lectura del libro que llevo yo en las manos. (De verdad, no he pensado ni siquiera que la señora estaba perdiendo el tiempo ni que era alguna fanática) Pero la ilusión de normalidad se ha roto cuando ha cerrado la cremallera y se ha puesto de pie, empezando con voz bien alta y clara un discurso sobre que jesucristo es el único salvador, que sólo él perdona, que dios nos ama, que el mundo se acaba, que hay que leer la biblia, que no todo está perdido, pero que sin él iremos al infierno... todas esas cosas tan emocionantes y positivas que cuentan los telepredicadores. Luego ha dicho la dirección donde tienen un templo para que vayamos allí a limpiar nuestras almas (e imagino que también nuestro bolsillo, y peor aún, nuestro cerebro), y se ha quedado más ancha que pancha (o como se diga), satisfecha porque ha ayudado a salvar las almas de los pobres infieles que viven vidas carentes del mismo fervor religioso que ella, por las miradas aburridas que el resto del vagón le ha (hemos) echado.

Esto podría llevarme a pensar que es ridículo pretender convertir a otros en la sociedad actual, (¡especialmente en el metro!, culmen de la indiferencia hacia los demás en la gran ciudad) donde el concepto de evangelizar de hace siglos ya no tiene sentido; también, que tratar de convertir a los demás parte de la base de pensar que son o bien ignorantes, o bien manipulables, o bien no han pensado nunca en temas religiosos en profundidad, o bien que van a abandonar su fe para seguir la tuya porque les ofreces cosas mejores (elija usted la opción más absurda, que no es fácil); En realidad me hace recordar que hay muchas personas que viven tan obsesionadas con la hipotética salvación de su alma de cara a después de la muerte, que dejan pasar esta vida miserablemente, sin disfrutarla apenas.

Imagine there's no Heaven
It's easy if you try
No Hell below us
Above us only sky...

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