jueves, 16 de septiembre de 2010

VdF: Transporte público

Me gustaría lanzar unas cuantas propuestas (más que predicciones) sobre cómo creo que debería ser y entenderse el transporte público en el futuro, particularmente en urbes de gran tamaño. Vivir en una ciudad grande ayuda a imaginar cosas y a ver dónde fallan los sistemas actuales; leer mucha ciencia ficción también.

Actualmente el transporte público (entendiéndose como transporte de masas) de que disponemos es una combinación de autobuses y trenes de distintos tipos, ya sea de superficie o subterráneos, o variaciones como los tranvías que no llegaron a desaparecer o que se han reinstalado en algunas ciudades. Exceptuando el metro que hay en unas pocas ciudades españolas, funcionamos principalmente mediante transportes de superficie que tienen que luchar contra el transporte privado en mayor o menos medida para moverse, reduciendo su eficacia enormemente. Los trenes de superficie para transporte metropolitano si bien mueven grandes cantidades de viajeros, no son tan versátiles como parecen, al tener que ser tremendamente mallados para llegar a todos sitios en un área periurbana amplia, cosa que no suele pasar.

Algo que se ha hecho en algunas ciudades europeas es cerrar el centro o una parte grande de la ciudad al tráfico privado en determinados días. Yo voy más allá, y creo que debería prohibirse la circulación de coches privados, exceptuando quizá residentes, dentro de las ciudades grandes, y potenciar mucho más el transporte público. Por una cuestión de eficiencia energética y funcional, de contaminación, y de estética.

En una novela de Asimov, Las cavernas de acero, hay una solución imaginativa que podría aplicarse alguna vez a la realidad. En ella, las ciudades se han convertido en completamente subterráneas o bajo cúpulas opaca (agorafobia colectiva, como en la Diaspar de Clarke en La ciudad y las estrellas). Existe dentro de ellas un amplio sistema de pasillos rodantes totalmente mallados que se usan tan masivamente como el metro. Consisten en un sistema de cintas transporadoras paralelas, con distintas velocidades. Las más exteriores son más lentas, y las más interiores, más rápidas. Para acceder a las interiores sólo hay que tener la costumbre suficiente para saltar de unas cintas a otras y no caerse con la velocidad. Quizá algún día se pueda hacer.

Se acortarían bastante los tiempos de movimiento en la ciudad, incluso en trayectos largos, con un simple sistema de aceras rodantes. Por fortuna, las tecnologías actuales permiten obtener gran cantidad de electricidad mediante placas fotovoltáicas, así que una ciudad bien podría tener un amplio sistema así que sin embargo no consumiera energía neta de la red: "net zero" que le dicen ahora a estas cosas.

El objetivo principal debería ser aprovechar al máximo el transporte público sin dar lugar a masificación. Una sana combinación de aceras rodantes, calles cerradas al tráfico rodado privado, un metro bastante más rápido que el actual (trayectos más largos en trenes de levitación magnética) harían innecesario poseer un coche para moverse por dentro de una ciudad como Madrid, por ejemplo. Otro asunto sería la salida fuera de este entorno, claro.

Dejando a un lado las propuestas, las predicciones en este sentido no parecen demasiado alentadoras, ya que los planes de futuro de las ciudades actuales no incluyen cambios realmente radicales o inversiones grandes, sino intentos de seguir encauzando el tráfico privado por arterias mejores, típicamente subterráneas. Esto no soluciona el problema, ya que es sólo otro parche provisional hasta que el número de coches vuelva crecer lo suficiente como para saturar el sistema. En cambio, una ciudad difícilmente puede superar la densidad típica actual de población, que con trasnporte público sí se puede encauzar correctamente.

Algunas ciudades en España están ahora planeando e incluso ya instalando sistemas de tranvía, o semitranvía en sus entornos urbanos y periurbanos. Sin embargo, estos no son diseñados de cara a manejar una gran población, sino casi más como atracción turística y lucimiento político. El tranvía es, no lo olvidemos, propio de tiempos pretéritos en los que había menos movimiento en las ciudades en general. La mayor parte de la gente local a la que se le pregunta típicamente afirma que no van a solucionarse los problemas con esta solución, que yo personalmente también encuentro insuficiente.

A esto hay que añadir que la gran antigüedad de muchas ciudades de este país hace que los centros urbanos sean laberintos de calles estrechas, donde ninguna solución es buena para aliviar los problemas de movilidad. Espero que esto nos haga aprender cuando alguna vez haya que edificar ciudades desde cero, por ejemplo, en otros mundos.

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