viernes, 28 de enero de 2011

25 años del Challenger

El 28 de enero de 1986 el transbordador espacial Challenger estalló durante el despegue. Hoy se cumplen 25 años de aquel desastre, y la semana que viene, el martes 1 de febrero, se cumplirán 8 del otro gran accidente aeroespacial, el del Columbia. Recuerdo perfectamente haber oído (por la radio, yendo en el coche) la noticia de este último, el espanto porque desde un primer momento estaba más que claro que no habría supervivientes, y la rabia al día siguiente en clase cuando al comentar el tema con los compañeros, nadie era capaz de ver más allá y todos comentaban que eso de ir al espacio era una tontería, que los astronautas habían perdido la vida para nada, y que ellos no irían al espacio bajo ningún concepto.

Lo que sigue es traducción de parte de una entrada que ha colgado Phil Plait hoy en su blog al respecto, y que expresa bastante bien mi opinión sobre el tema. Con algo de libertad pero intentando conservar el sentido:

Pero aprovecho la ocasión para resaltar algo. La gente muere. Cuando se ensanchan las fronteras, cuando se explora, cuando se está en la línea que divide lo conocido de lo ignoto, las posibilidades de una catástrofe aumentan. Lo mejor que podemos hacer es tratar por todos los medios de minimizar esos riesgos. Por supuesto, la forma de reducir los riesgos por completo, es no hacer nada, no ir a ninguna parte.

Eso es inaceptable. Los barcos están más seguros en puerto, pero no es para eso para lo que existen.

La NASA, junto con la agencias de otros países, quieren volver a la Luna, y extender nuestras fronteras incluso más allá, hasta los asteroides cercanos y Marte. Concuerdo en esto, y sé que debemos continuar. Y, en algún momento, de alguna forma, perderemos a más personas. Eso es inevitable, pero no significa que debamos abstenernos de ir.

Así que recordad los nombres de Grissom, White, Chaffee…
… y Komarov…
… y Dobrovolski, Patsayev, Volkov…
… y Scobee, Smith, McAuliffe, Onizuka, Resnick, McNair, Jarvis…
… y Brown, Husband, Clark, Chawla, Anderson, McCool, Ramon …

Esta lista no terminará nunca. Pero hay millones de nosotros, millones, cuyos nombres no están en ella, y sin embargo, nuestras vidas han cambiado por completo debido a los que sí están.

Per ardua ad astra.

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