La domótica podría parecer una de esas tecnologías que a veces mueren sin haber llegado a florecer de verdad. Hace 50 años, las casas del futuro (el ahora) iban a estar plagadas de robots. Luego nos fuimos poco a poco bajando de las nubes, se vió que los robots eran más complejos y más caros de lo que parecía y que no se había invertido e investigado en ellos tanto como se esperaba. Los robots domésticos actuales sólo son aspiradoras con algo más de inteligencia que un cascote, y poca cosa más.
Luego empezó a hablarse de domótica: nada de robots pululando por la casa, no, sino algo más sencillo, mucho más realista, y en mi opinion más práctico, que es sembrar la casa de discretos sensores, interconectar los aparatos eléctricos y electrónicos con un sistema central de control, y a su vez instalar accionadores en toda parte móvil imaginable. Así, podríamos encender la calefacción desde el trabajo, programar las persianas para que se subieran o bajaran a una hora determinada (o incluso en función de la luz solar existente), encender la lavadora cómodamente desde el sillón, o quizá ordenar a la casa que abriera la puerta a los invitados mientras uno terminaba de arreglarse en el baño.
Estos sistemas son infinitamente más baratos que los robots paleofuturistas, y están al alcance de la mano, todas esas tecnologías existen ya. Entonces, ¿por qué no es la domótica ya una parte integral de nuestras vidas, como son los teléfonos móviles o internet? La respuesta más rápida es que el precio, aunque barato, aún no se ha convertido en popular, no está al alcance de todos. En realidad lo está, a poco que uno se haga los cálculos oportunos, ya que el ahorro de energía que se puede lograr con la domótica sirve por sí sólo para financiar la inversión en no demasiados años.
La gente aún no se acaba de acostumbrar a estas tecnologías, a lo que puede conseguir con ellas. Bastante trabajo ha supuesto concienciar a la gente (y sólo con éxito parcial) de la importancia del reciclado doméstico, así que la domótica difícilmente se implantará con rapidez en las casas: mis mejores estimaciones le dan un avance tímido en la primera mitad de esta década, y quizá una aceptación más amplia cuando nos acerquemos a 2020.
El otro lastre que le veo yo a la domótica actual es la falta total de estandarización: una tecnología raramente triunfa hasta que no se vuelve uniforme, intercambiable. Mientras se mantiene fragmentada, con múltiples fabricantes con tecnologías incompatibles entre sí, el cliente se lo pensará mucho más, ya que sabe que su inversión es más arriesgada: ¿y si ese fabricante quiebra o deja de innovar? ¿habré perdido mi inversión, sin posibilidad de mantenerla y seguir explotándola en un futuro, cuando la tecnología avance? Es una duda muy razonable, la verdad. Hemos visto cosas parecidas en el pasado, como con videoconsolas que no han prosperado más allá de unos escasos años, y actualmente lo podemos ver con los lectores de libros digitales, que usan formatos y tipos de DRM (manejo de derechos digitales) independientes, sólo tímidamente avanzando hacia la uniformidad, que es lo único que puede hacer que el sistema se vuelva universal: el hecho de que cualquier libro se pueda disfrutar en cualquier lector.
Curiosamente, hay quien instala domótica en la actualidad, y en grandes cantidades. Sólo que no se llama así, puesto que no se aplica a las viviendas. Se llama inmótica, y es la misma tecnología, aplicada típicamente a negocios. Las grandes empresas están viendo las posibilidades de modernizar sus instalaciones, tanto en grandes complejos de oficinas, como en negocios con muchas localizaciones independientes, por ejemplo, bancos. Los ahorros que se pueden lograr al cabo de unos años con estos sistemas son elevados: poder asegurarse a distancia de que las luces de una oficina están apagadas de noche, controlar la climatización de manera más eficiente, o gestionar dinámicamente los recursos del mismo (por ejemplo no recoger papeleras hasta que están llenas o no ir repartiendo material de oficina hasta que no sea necesario), suponen bastante energía mejor aprovechada.
Aún así, hay nuevas apuestas por la domótica, como la que Cisco (fabricante global de equipos de comunicaciones) hace al financiar a la más pequeña y de reciente aparición Control4, una empresa de aplicaciones domóticas controlables desde los smartphones. Seguramente serán estas iniciativas las que dentro de unos años den su fruto.
Trivia: ¿alguien sabe por qué he puesto esa ilustración a un artículo de domótica?
martes, 22 de febrero de 2011
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