lunes, 1 de noviembre de 2010

El gen egoísta

El gen egoísta, de Richard Dawkins, es una de las obras de divulgación científicas clave del siglo XX, un tratado sobre evolución biológica que evidencia la tremenda potencia que tiene la teoría de la selección natural de Darwin, a la que añade nuevas vueltas de tuerca y de la que facilita su comprensión.

Richard Dawkins, si es que a alguien no le suena, es un biólogo británico que no sólo es conocido por haber escrito este libro y por haber acuñado el término meme para definir a la unidad de cultura que se comporta como un gen, sino por ser un ferviente defensor del movimiento ateo, sobre el que ha sacado muchas otras obras. Pero en este que nos ocupa hoy, del que ha sacado reediciones anotadas en varias ocasiones, lo que demuestra su actualidad y trascendencia, no se hace la más mínima mención a la polémica y se alude sólo y exclusivamente a los mecanismos evolutivos que han llevado a la situación actual, a la vez que muestra muchos razonamientos básicos y no tan básicos que demuestran la premisa del libro: que los genes son moléculas que actúan de manera egoísta. Que nadie piense que se está asumiendo que los genes piensan, eso es ridículo, pero sí que se comportan, al expandirse por el acervo genético, como si fueran entidades que lo único que buscan es su propia supervivencia, a costa de los demás si es preciso. Se niega siempre que exista el altruismo en los animales, y se demuestra que toda muestra de altruismo es en realidad una muestra de egoísmo genético, donde ayudas a otros porque muy probablemente contengan tus propios genes, o porque ello repercute en tu propia supervivencia. Esto lleva a identificar a los seres vivos como esclavos de sus genes, que determinan en gran medida sus vidas y comportamientos, pero nuevamente, no hay que intentar ver a estos fragmentos de ADN como a pilotos que dirigen una máquina conscientemente. De hecho, a lo largo del libro se incide que en los seres vivos somos sólo máquinas moleculares programadas a ciegas, que nuestra supervivencia siempre ha dependido de que nuestra programación fuera adecuada, y que aquellos individuos cuya programación genética no era suficientemente buena han perecido y no han seguido difundiendo esos fragmentos de código genético entre la población. Ya lo decía Sagan, "los secretos de la evolución son el tiempo y la muerte", es decir, muchas muertes a lo largo de mucho tiempo, que han ido podando el árbol de ramas débiles o inadaptadas.

Es interesante ver además cómo se hace uso extensivo de la teoría de juegos clásica para explicar los ejemplos, donde por ejemplo, presa y predador tienen dos estrategias posibles cada uno, y según se ponderen éstas en términos de beneficio, se puede calcular en qué proporción se dará cada una de estas actitudes en las poblaciones animales implicadas, en lo que se denomina una estrategia evolutiva estable.

El libro se hace pesado a veces, no lo voy a negar, pero es un tratado científico divulgativo (originalmente escrito en 1976) y hay que saber apreciarlo por el contenido, no por la forma. Si fuera al revés, sería otra cosa muy distinta, un Dan Brown, por ejemplo. Y en cuanto a contenido, la obra es impecable, expone clara y concisamente todas sus premisas y deducciones, apoyándolas con múltiples ejemplos y referencias. Muy recomendable si tienes algún tipo de inquietud científica al respecto y quieres poder hablar con propiedad del tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario